domingo, octubre 25, 2009

LA FIESTA DE LA INDEPENDENCIA EN COSTA RICA

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ANFORA DEL LIBRO COSTARRICENSE ES UN SERVICIO DE LA EDITORIAL LIBRERÍA ALMA MATER S.A.(ELAM)LA DEL TOLDO AZUL. SU MEJOR COMPAÑIA SIEMPRE SERÁ UN LIBRO. ESTAMOS EN SAN PEDRO DE MONTES DE OCA. SAN JOSE. COSTA RICA. AMERICA CENTRAL. 22341338. EMAIL: editorialalma.mater@gmail.com


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LA FIESTA DE LA INDEPENDENCIA EN COSTA RICA, 1821-1921, SAN JOSÉ: EUCR, 2007
Autor

AUTOR: Dí­az Arias, David

EDITORIAL: EUCR

ISBN: 978-9968-46-025-5

Edición, 2007

Páginas: 330





Este libro intenta colaborar en la comprensión de la invención de la identidad en Costa Rica, así­ como la eficiencia así­ como la edificación de la memoria nacional, la esfera pública y la construccion del poder polí­tico. Para ello se encuentra el análisis de los ritos y rituales promovidos por el estado para festejar el dia de la independencia entre 1821 y 1921. Es por tanto una historia de las fiestas patrias. Pretende comprender el proceso de construccion y alteraciones de las prácticas festivas con que las elites polí­tico-económicas, la prensa y los intelectuales del paí­s, intentaron recordar el dia que consideraban como la fecha de su redención polí­tica


Comentarista invitado
Ronny Viales Hurtado.
Director Escuela Historia Universidad de Costa Rica

Introducción

¿Qué tipo de historia está representada en esta obra?

Como ya hemos planteado en otra oportunidad, Díaz ya ha recorrido bastante camino en la investigación de fiestas nacionales, y ya desde antes de iniciar sus estudios doctorales en Indiana, había sido influido de manera directa por la historiografía anglosajona para aproximarse a este tipo de problemáticas. Esta influencia se puede notar en una importante carga de citas de autores representativos, británicos y estadounidenses, que hacen estudios de caso.

Al final la forma de hacer historia, en términos de Burke, de Díaz se separa de la historia cultural que se ha venido trabajando en las últimas dos décadas en nuestro país y este autor debate con esas concepciones, cuando hace una reflexión sobre las problemáticas que este tipo de historiografía ha privilegiado, lo que constituye un valor agregado en su obra. Pero es indudable que este libro es uno sobre la historia de la subjetividades, particularmente sobre la invención de tradiciones, en términos de Hobsbawm, y sobre los “lieux de memoire” en términos de Nora, por lo que se estudia la “instrumentalización política del pasado a partir de símbolos, imágenes y ritos, lo que le amplía el horizonte de la historia política de nuestro país.
De allí que no cabe duda de que las conmemoraciones y los héroes, los mitos son productos construidos histórica y socialmente por la sociedad en “cada” presente y tienen una utilidad social. Y en este sentido debemos distinguir, al menos, dos niveles:

1. El nivel de la producción de un discurso sobre el pasado de…..
2. El nivel de la práctica social bajo la forma de ceremonias conmemorativas, el de las realizaciones concretas
Y en el sentido anterior, este libro supera con creces el trabajo sobre Juan Santamaría, precisamente porque, y aquí sigo a S. Michonneau: es importante debatir con la idea de las corrientes de la ingeniería social que plantean que los niveles anteriores obedecen únicamente a un programa preconcebido de manipulación conciente de las memorias individuales; es decir con las concepciones que plantean que los héroes y las conmemoraciones se fabrican en un laboratorio.
Como valor agregado, Díaz construye un enfoque que vincula a las elites y su visión de mundo, con el panteón nacional, con la religión –que a veces analiza como si se tratara de la religiosidad- y, el esfuerzo que realmente es alentador, tiene que ver con la incorporación, todavía tímida, de los sectores populares, subalternos, sin perder de vista el contexto y la sociabilidad interclasista que le da sustento. Por esta razón, quiero felicitar Díaz, precisamente porque esta obra representa un trabajo de investigación serio y permite superar nuestra condición de historiografía de frontera, al buscar elementos de identidad para una historiografía costarricense. Esfuerzo que comparte con otra obra de primer nivel, me refiero a libro de Juan José Marín sobre “Prostitución, Honor y Cambio cultural”, dado que los dos libros constituyen las dos publicaciones más importantes del CIHAC para el año 2007 y con toda la carga de subjetividad posible, quiero señalar que son trabajos de gran nivel.
Díaz además presenta una propuesta de periodización interesante sobre la creación y dotación de sentido de la fiesta de la independencia.

Ahora también nos interesa dialogar brevemente con algunos de los planteamientos de David, precisamente para imprimirle un poco de interactividad a esta presentación.
¿Sobre la construcción de una fiesta moderna, en una Costa Rica premoderna? 1809-1848
El libro de David tiene implícita la temática del desarrollo de la modernidad en Costa Rica, a través de la construcción de una fiesta moderna. Es bien sabido que uno de los elementos de la modernidad, es la separación entre la Iglesia y el Estado, pero precisamente el contexto en que se construye la fiesta republicana de la independencia, hay un fuerte vínculo entre la Iglesia y el Estado, y podemos plantear que esa separación todavía hoy no se ha consolidado. La tesis de Isabel Gamboa demostró cómo la Iglesia católica, sobre todo un sector dominante al interior de ésta, bloqueó la difusión de las Guías Sexuales aprobadas por el MEP, algunos años atrás. Entonces, ¿cómo explicar el surgimiento de una fiesta moderna en una Costa Rica premoderna? ¿o más bien podemos plantear que la modernidad de nuestro entorno no se explica a partir de las teorías sobre la construcción de la identidad nacional elaboradas para otros entornos? La fórmula Te Deum-discurso no ha desaparecido……

Esto abre nuevas vetas de investigación sobre la noción de progreso de los liberales costarricenses.

“La fiesta se volverá nacional después de 1899”Merece una llamada de atención el punto de partida de varios investigadores e investigadoras, entre los que se incluyen quienes trabajan el regionalismo en Costa Rica. Una interrogante central, que no se debe descuidar, tiene que ver con el hecho de si ¿se puede reconstruir lo regional desde lo nacional? ¿Cómo a partir de fuentes creadas por las elites gobernantes y sus administradores podemos tener acceso a las otras voces de la historia, al estilo del planteamiento de Guha sobre la subalternidad?

En el caso particular del libro de Díaz, cuando se plantea que la fiesta de la independencia se vuelve nacional después de 1899, queda abierta una discusión importante: ¿podemos hablar de la preexistencia de héroes y conmemoraciones regionales en la Costa Rica del siglo XIX? Al estilo de Palmer podríamos cuestionar si Juan Santamaría, era un héroe regional.

Si bien David detecta que en el período 1900-1921, se extendió geográficamente la conmemoración de la independencia, vehiculizada por la fiesta escolar dirigida a la niñez, la infancia y la juventud, tratados como los “hermanos menores”, es interesante debatir sobre ¿cuáles fueron las condiciones de recepción y la recepción diferenciada de los discursos, los mensajes y los símbolos en las diferentes regiones del país? Lo que si parece obvio, es que éstas no fueron idénticas en Limón o en Guanacaste, por citar dos ejemplos, y eso en mucho va a depender del papel de las elites regionales y de su visión asimilacionista con respecto a la institucionalidad nacional en desarrollo. Es más, al interior de las regiones, esas elites también acallaron otras voces que representaban a los sectores subalternos.
Desde este punto de vista, y esto sí lo plantea David, la fiesta cívica es a la vez un mecanismo de nivelación social tanto como uno de exclusión social, que se manifiesta en las diferentes manifestaciones, ritos y celebraciones relativos a la independencia, que también coadyuvó a la creación de mitos sociales, que quedan retratados en el uso de licor como mecanismo de protesta o de manipulación en la búsqueda de la legitimidad del régimen político en expansión.

Pero en todo esto, ¿qué es lo criollo y qué es mimético? Como me planteaba ayer Lloyd Anglin, ¿qué modelo se trató de imitar en Costa Rica, en términos de la construcción de la fiesta cívica? ¿qué sería lo particular en el caso de Costa Rica en estos términos? Quienes trabajan la historia de la identidad nacional, por llamarle de alguna manera, deben explotar el potencial de la comparación, de la historia entrecruzada, precisamente para incorporar un elemento más en sus investigaciones: el del contexto internacional o transnacional.

El vínculo entre Juan Santamaría y la fiesta de la independencia
David escribió primero su libro sobre la fiesta de la independencia, pero publicó primero su libro sobre Juan Santamaría. Es interesante pensar que existe un vínculo entre los personajes, las gestas, que incluyen la Campaña Nacional, los mitos y los ritos, por lo que voy a tratar de hacer una breve comparación entre Santamaría y la fiesta de la independencia, a partir de la obra de Díaz.
Juan Santamaría nació en Alajuela, tan pobre vivía que no fue a la Escuela

La Dra. Yamileth González presenta el libro de Díaz bajo este título, que constituye la primera estrofa de “Juan Santamaría”, escrita por Araceli de Pérez y que ha sido durante décadas una de las primeras aproximaciones de al héroe que han tenido los niños, pero que llama la atención sobre un hecho fundamental: Juan Santamaría tenía rizos y tez morena, pero luego fue blanqueado por los liberales –aunque no debemos perder de vista que la mayoría de sociedades que avalaron la esclavitud incluyeron vírgenes negras, santos negros en su panteón de santos-; fue representado con uniforme militar, pero luego ha sido representado como campesino; no tenía padre conocido, pero luego se destacó que fue descendiente de españoles, como la “mayoría” de los costarricenses”. Pero ha seguido siendo pobre. ¿Por qué?

Juan Santamaría: héroe humilde y pobre, pero digno Díaz llama la atención sobre la insistencia en el origen humilde del héroe alajuelense, pero es importante tratar de explicar explica el ¿por qué? de esa insistencia, y ¿quiénes? insistieron. (p. 12)
Manuel Chacón ha demostrado que desde el período colonial existió una insistencia de los sectores dominantes para bajo la asociación sociedad costarricense=pobreza. En ese sentido, la tendencia de construir un héroe humilde, desde mi punto de vista, traza una trayectoria que busca un efecto de nivelación, para ocultar las diferencias sociales, por parte de los sectores dominantes, al menos en el discurso oficial.

Así por ejemplo, “todos” debemos defender la soberanía, pero está claro, a partir de trabajos de otros colegas, como el más reciente de José Fernández y un equipo de historiadores, no “todos” vamos a pelear por ella.

Con esto las clases dominantes han construido una autopresentación de la sociedad igualitaria, otra tendencia histórica en nuestro país, que tiene la pretensión de señalar que aquí todos hemos sido, y somos, iguales.

Este criterio se sostuvo hasta mediados del siglo XX, desde mi perspectiva, con la creación, real y simbólica, de la clase media.

Santamaría es un héroe que no dejó escritos, al menos por el momento no ha aparecido ninguno, claro, no sabía leer ni escribir, por lo que se ha podido deconstruir y reconstituir ha sido su figura y la gesta de 1856.

Juan Santamaría un héroe como muchos otros, un héroe mediocre
Sacrificio, gloria, herencia de libertad por un futuro de prosperidad. ¿para quiénes? (p. 11) Es importante que Santamaría se convierte en modelo de comportamiento social, es decir, es un símbolo con aplicación práctica: esa ejemplaridad debe ser modélica para la organización social por imitación. Eso es típico de casi todos los héroes.

Ahora, Michonneau introduce un criterio muy interesante: ese héroe excepcional, cualquiera, gana en abstracción simbólica, y pasa de ser individualista (único) a ser democrático (de todos) convirtiéndose así en un héroe “señor de todos” y “como todos” diríamos nosotros, por lo que se convierte en un “héroe mediocre”.
Santamaría como héroe mediocre se debatió en dos polos de representación social: como individualista, por su gesta única y como pobre, situación social de la mayoría de los costarricenses. No es el gran hombre, en sentido elitista, sino más bien el hombre común que se transformó en símbolo por su gesta. Hoy los sectores dominantes, y quienes tienen falsa conciencia de clase, así como la clase política, se identifican con otros héroes menores, grandes hombres, son descendientes, algunas veces imaginarios, de Vázquez de Coronado, de Castro Madriz, pero nunca de Juan Santamaría…..

Juan Santamaría: un héroe de pocos para todos
Partido comunista en la década de 1930 como símbolo de crítica al poder (p.16) y era rescatado como símbolo de la defensa de la soberanía contra el imperialismo. Ahora bien, un elemento queda claro: Santamaría reina sobre una serie de héroes anónimos, pero posiblemente otra María, el culto a la Virgen de los Angeles, estudiado de manera detallada por José Daniel Gil hace varios años, supera al héroe nacional en términos de convocatoria, aunque claro está su marco de acción trasciende lo simbólico y se funde con lo divino, pero no podríamos entrar ahora a valorar el peso de la religiosidad católica en la sociedad costarricense, aunque sí podemos señalar que este es otro indicio de que el reformismo costarricense tiene una alta dosis de conservadurismo: el autor, a partir del culto a Santamaría, lo ubica como “continuismo”.

En términos de políticas de memoria, el Estado costarricense creó en 1974 el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría, en Alajuela, una especie de “templo cívico” que escapa al libro de Díaz, pero que sería interesante que se estudiara con más detalle. Este Museo abrió las puertas en 1980 y con una función social claramente establecida por ley: “mantener vigente en la memoria colectiva del pueblo costarricense la gesta heroica protagonizada por le invasor filibustero entre 1856-57”, y otras funciones más específicas con respecto al patrimonio y la cultura alajuelense.

Claro, Juan Santamaría nación en Alajuela, pero revisamos un libro de texto de primaria y para ellos lo más importante es que “Alajuela es conocida como la ciudad de los mangos”……

Ahora bien, cuando el héroe es popular, no se puede negar que este hecho tiene una significancia, aunque sea mínima, de democratización. Y ese eje parece ser uno transversal en la historia de Costa Rica en los últimos 150 años; otra cosa es cómo se ha concebido la democratización en diferentes períodos.
Juan Santamaría ¿por siempre?
Una sociedad como la costarricense, que ha apostado hace varios años por diferentes vías reformistas, penosamente hoy quienes enarbolan la bandera del reformismo son los neoliberales bajo criterios de pensamiento único, no ha tenido la capacidad de crear un nuevo panteón de héroes: el intento que se hizo durante la denominada segunda república también fue frustrado. Es decir, todavía resignificamos sobre la base de los símbolos creados por los liberales históricos y ese elemento debe estudiarse. Es un claro indicio de que el liberalismo del siglo XIX debe seguirse estudiando dado que constituyó un proyecto más que secular.
Aquí es donde parece importante recurrir al método comparativo, lo que ya practica Díaz con respecto a Santamaría y Mongalo en Nicaragua, pero no debemos descuidar las condiciones materiales, intelectuales e institucionales de la invención de los héroes. Por citar un ejemplo, Michonneau, nuestro profesor visitante en dos oportunidades, ha hecho un excelente trabajo estudiando la Renaixença catalana del siglo XIX, que significó la invención de una nueva fiesta nacional

La nuestra es una sociedad de grandes permanencias: otro indicio interesante de esta situación es que ahora contamos con el honor de tener la constitución más vetusta de América Latina, luego de que a mediados de la década de 1950 estrenamos Constitución, claro, que también reproducía el orden liberal: tanto el material como el simbólico.

De acuerdo con Díaz, Calderón Guardia y sus seguidores intentaron elevar la “reforma social”, que ahora a partir de los estudios sobre el régimen de bienestar liberal en Costa Rica sabemos que no fue tan original sino que obedeció a una trayectoria histórica iniciada desde mediados del siglo XIX, a hito histórico fundamental de la sociedad costarricense, equiparable a la Campaña Nacional. (p. 20) que llevó al enfrentamiento social en el plano simbólico: para los comunistas, y calderonistas en menor medida, la UFCo. era la filibustero de la época, mientras que para otros los filibusteros eran precisamente los comunistas (p. 21), maniqueísmo típico de la Guerra Fría.

¿Y la fiesta de la independencia?

Esta aparece como un mecanismo más formal de creación de identidad, más típicamente elitista y con la pretensión de crear un vínculo social, pero construido desde arriba. Ese vínculo se construye a partir de una deuda, una deuda que Díaz plantea en su libro y que tiene que ver con la paz, como elemento distintito de Costa Rica y de los costarricenses, y esa deuda la contrajimos con los liberales.
Al final….la paz.

Es obvio que la “memoria colectiva” oficial es una construcción social, pero debemos aprovechar la publicación de este libro de Díaz, así como del anterior sobre Santamaría, para retomar algunos problemas que se han dejado de lado en esta construcción. Por ejemplo el rescate y estudio de otras memorias, contradictorias, que sucumbieron ante Santamaría. Igualmente, la fiesta de la indepedencia, su construcción, recepción y apropiación popular, implica la negociación entre intelectuales, la elite política y el pueblo, por llamarlo de alguna forma, como componente para crear un “sistema de valores, gestas, símbolos nacionales”, de carácter legitimador y este es también un problema político, en términos de Bourdieu, “es la delimitación de una frontera social en el conflicto”, en este caso una frontera simbólica que ha sido utilizada, creo yo, en Costa Rica para mantener un tipo de “paz social” y esa paz social siempre será interpretada como con una gran deuda con el pasado, según el discurso oficial, por lo que será difícil romper con el modelo de sociedad, fundamentada en buena medida en relaciones clasistas, excluyentes, pero con un espacio abierto, todavía para la movilidad social, y el que rompa con ese modelo puede ser juzgado. Felicito al autor por su libro y les agradezco su atención.

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